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9.24.2006

El arte colombiano de Antonio Caballero


¿No hay plata?

Con la política de seguridad democrática no queda nada para financiar lo único que garantizaría la seguridad: El empleo, y en particular el empleo del campo. [En realidad no hay que leer nada más, ya en el título se descubre esa seña de identidad colombiana: «Ábrase de piernas por las buenas y así no la violo». La seguridad es el resultado de que nadie tenga motivos para delinquir, pues mientras tenga motivos para delinquir, ¿cómo no va a delinquir? ¿Qué importa que la experiencia de todo el resto del mundo sea otra? Nietzsche decía que «el que valora la compasión anhela la compasión», del mismo modo, el que justifica el robo en la necesidad, sobre todo cuando no delinque ni es pobre, está explicando mucho sobre sí mismo: «Sin mis rentas seguras yo salgo y retengo niños, cuidadito con quitarme algo». Para esta lógica, el empleo no es el resultado de la confianza, sino al revés, a los raponeros se les da trabajo en el servicio doméstico y al tener satisfechas sus necesidades no roban. ¿Seguirán el consejo los joyeros para no tener esa molestia de los pistoleros? De paso, las FARC son sólo campesinos que se rebelan por la falta de empleo, hace tiempos que oigo eso. No es raro: Caballero fue, junto con Enrique Santos Calderón y García Márquez, un impulsor abierto de las guerrillas en los años setenta. Ahora es el representante arquetípico de los colombianos ricos, sobre todo de los colombianos ricos de la capital. Es que las guerrillas defienden a esos colombianos contra la amenaza liberal. Pero sobre todo, los expresan. Después de que el pleno empleo es una condición para que se apliquen las leyes, ¿quién va a exigir a un profesor de la Nacional que haga otra cosa que preparar «Mateos», incendiarios de buses o lanzadores de papas-bomba? Claro, algo de química sí llegan a aprender.]

Por Antonio Caballero

Toda la plata [¡toda!] de las tres [¡tres!] reformas tributarias que ha hecho el presidente Uribe, y vamos ya para la cuarta, se ha ido en financiar su política de Seguridad Democrática. [Así son las cuentas colombianas, ¡tres reformas tributarias! No es que la tributación sea insuficiente, sobre todo porque hacen falta muchos billones para pagar las rentas de los lectores de Caballero, sino que se hacen demasiadas reformas tributarias: ¿alguien se preguntará qué cantidades reales implica cada reforma? No importa: ¿por qué no hay una reforma tributaria estructural que se parezca a la de unos países europeos que quieren (jajajaja) tomar como modelo? Porque-los-políticos-elegidos-por-los-lectores-de-Caballero-se-oponen? No hablemos de que precisamente (precisamente) la tributación es obscenamente benévola con esos sectores. ¡El problema es la cantidad de reformas tributarias!] Pero no da abasto. No alcanza ni siquiera sumándole otras fuentes de recaudo, como los ahorros (¿de verdad?) en sueldos oficiales gracias a la liquidación de docenas de entidades públicas, que han eliminado a 30 mil funcionarios. [El juicio sobre el acierto o error de esas políticas se ahorra: siempre se está con los agraviados: ¡30 mil funcionarios! ¿Alguien se detendrá a pensar que esos 30.000 funcionarios estaban viviendo a costa de las posibilidades de los demás colombianos? Se presentan dos problemas, 1. que el gobierno cobra impuestos, 2. que amenaza las rentas de los lectores. Para el primero siempre está la excusa de los gringos o de los potentados, para los segundos siempre está la retórica: el derecho al trabajo, los derechos económicos y sociales. Pero no hay ningún malentendido: los ricos, es decir, los lectores de Caballero, es decir, los empleados estatales, deben tener sus rentas seguras y los demás deben proveérselas. ¿O de dónde va a sacar dinero el Estado para pagarles? Claro, de los cinco potentados que precisamente protegen a los políticos que defienden a los intereses de los lectores de Caballero. Eso se proclama, después esos políticos en el Congreso defienden otra cosa, y al final siempre se mantiene la mayoría en la miseria, precisamente no hay empleo rural, porque a quien se le quitan recursos para los parásitos es a los productivos o a los excluidos. Es normal la obsesión intimidatoria de los jóvenes doctores colombianos contra este blog, es que verdades tan simples deben ser tapadas por el odio contra Bush o contra los prohibicionistas.] O como los ingresos por privatizaciones de empresas del Estado: bancos, electrificadoras, refinerías, clínicas del Seguro, Telecom, Adpostal, ahora incluso la estratégica Ecopetrol, en una maniobra que el Presidente llama "capitalizar" la empresa y que no es otra cosa que su venta por piezas: para empezar, un 20 por ciento. [Como es preceptivo, la discusión técnica sobre eso se obvia: el colombiano es un tipo de ser humano que exige sus rentas y las considera un derecho, y espera que un gobierno justo se las dé. No hay que perder tiempo haciendo cuentas, en las que siempre lo enredan a uno esos perversos tecnócratas. Esa clave se repite siempre, no hay nada inauténtico en el guerrillero que defiende un derecho para el pueblo. Él piensa en él mismo y su familia y sus vecinos, él es un líder popular que obtendrá para los suyos lo que se les debe. Es decir, toda la lógica de clientelismo y violencia está en esa «idea»: los oligarcas son sólo el «pueblo» al que se le ha hecho justicia.] O como las contribuciones de los Estados Unidos al Plan Colombia, que suman ya 3.700 millones de dólares, y se completan con 6.900 millones más que ponemos los colombianos para un total de 10.650 millones. [Colombiano, colombiano, todo muy colombiano: ahora lo que invierte el Estado colombiano en el Plan Colombia se suma a lo que obtiene de vender empresas públicas, ¡y todo por la pendejada de la seguridad, como si fuera tan grave que lo secuestraran a uno o que cobraran la ley 002 o que huyeran todos los inversores o que mataran a cientos de miles de compatriotas y desplazaran a varios millones! Pero después se escandalizan de que uno los denuncie como partidarios del triunfo de las guerrillas. En comparación con esa serie de mentiras ser partidarios de las guerrillas es algo leve. Sólo es que, como ya he tenido que explicar tantas veces, el colombiano no ve sentido moral a los actos o a las palabras, sino expresiones de una jerarquía de «estratos». ¡Con tanta cultura como el doctor Caballero es lógico que estar a favor de él, sobre todo cuando también se tiene cultura y exigencias sociales de exhibirla y para eso se compra la revista Semana!]

Esa costosa política de seguridad, además de ser costosa, genera pérdidas. [Es increíble que se valore una prosa que además de repetirse y ser redundante, es tautológica. Y como si fuera poco, reiterativa; en otras palabras, se repite y se repite. ¿Quién viene a explicar cuáles son las diferencias entre los «costos» y las «pérdidas»?] Nos dicen, por ejemplo, que por el Plan Colombia han sido incautadas 716 toneladas de cocaína. ¿Y destruidas? Vaya uno a saber: a lo mejor se refundieron, como el medio millón de películas piratas decomisadas que se perdieron en el búnker de los magos de la Fiscalía. [Perdón, colombiano, colombiano: lo único que demuestra contra el Plan Colombia el hecho de que haya corruptelas es que se debió prever que la influencia de Caballero llegaba más allá de las familias con pretensiones: la alternativa no existe, nadie va a privatizar las drogas y sin persecución los narcocultivos coparían la selva y los alcaloides se venderían por una décima parte de su precio actual. Son como protestas contra el mal tiempo, cuyo sentido es proveer de buena conciencia a los lectores, muchos de ellos beneficiarios del narcotráfico, muchos con parentesco o amistad con beneficiarios y muchos con aspiraciones de ascenso social gracias a la solución negociada, esperanza que de todos modos les conviene porque es la que cimenta su red de contactos en el Estado.] Toneladas, nos dicen, por valor de 17.294 millones de dólares, que hay que sumar [sumar] a lo que costó incautarlas, pues si es verdad que fueron destruidas se trata de un dinero que, aunque ilegal, no ingresó al país; [¡qué lástima! Y lo peor es que habría servido para financiar la traquetización y el mal gusto que siempre hay que condenar, junto con la prohibición, para quedar bien con la izquierda] como hay que sumar también al costo de recuperar los cientos de miles de hectáreas devastadas por la tala y la fumigación, cuenta que nunca hace el gobierno. [Y que hay que cobrarle a los narcotraficantes y a todos sus defensores, pues ningún gobierno va a legalizar el narcotráfico. ¿Por qué no se lo piden a Chávez? La situación colombiana actual se podría resumir en que por parte de los poderosos hay un rechazo profundo al ascenso social de algunos narcotraficantes, pero a la vez un más vigoroso activismo a favor del narcotráfico, es decir, contra el hecho de que sea perseguido. Activismo sin otro resultado que el bienestar psíquico de quienes no quieren que su país sea otra cosa en el mundo. Más que cualquier cosa, Colombia se puede definir por la ceguera de la mayoría ante el significado de esa pasión nacional.]

Esa política de seguridad genera pérdidas también por la vía de la indemnización reclamada, y ocasionalmente obtenida, por las víctimas inocentes de los falsos resultados llamados "positivos" que fabrican las autoridades para cobrar (además) recompensas. Así, la Nación (todos nosotros) acaba de ser condenada a pagar unos 600 millones de pesos a los inocentes injustamente encarcelados por el asesinato de Galán. No es nada, claro está, 600 millones. [Claro está que sin la indemnización se protestaría por la falta de indemnización y si la indemnización fuera más alta sería más grave la pérdida para el Estado. «Claro está», no va a haber lector para quien seiscientos millones sea «algo», eso es impropio de su estrato, y aun: el hecho de creerse tan rico como Caballero es grato, y forma parte de la magia. Bah, seiscientos millones, nada... Dios mío, estos posts tan largos, en realidad sólo es la dificultad de la gente de entender, si no, el texto de Caballero bastaría, sólo habría que escribir una vez «colombiano», incluso como título de una obra conceptual en la que se pusiera el texto del artículo de Caballero agrandado. ¿O puede haber una muestra mayor de colombianismo, de degradación moral, que esa acusación contra una política y un gobierno por unos crímenes que tuvieron lugar bajo otro gobierno, contra un político más bien afín? Precisamente la política de Seguridad Democrática existe (y gasta plata) para corregir la situación que permitió el asesinato de Galán. Pero como hay que condenar siempre al gobierno para que los lectores se sientan superiores al presidente, pues no está tan mal la excusa.] Pero llegarán también las indemnizaciones por los "positivos" disfrazados de guerrilleros muertos en combate. [Si tal hecho es cierto, y puede serlo, se trata de otro de tantos crímenes que se cometen en Colombia, precisamente lo que la política de Seguridad Democrática pretende corregir. Nadie ha garantizado en ningún país que los militares o policías no delincan, ¿cómo se va a esperar otra cosa en un país en el que el columnista más leído es este miserable? ¿O es que no se han reducido los indicadores de violencia? ¿O esa reducción no tiene relación con el crecimiento económico? ¿O ese crecimiento es menor que lo que se gasta en seguridad? Cualquier cosa se explota para predicar el remedio: la rendición ante las guerrillas. El hecho de que muchos lectores de Caballero realmente desprecien a los guerrilleros por su mala pinta no implica que no se dejen llevar a esas conclusiones, que a fin de cuentas son las que convienen a su interés de preservación de la jerarquía. Es como cuando una señorita es sensible ante los halagos y caricias de un proxeneta: el «sentimiento» sólo es la excusa de una opción profesional, aquí la admiración por la destreza retórica del pensador conduce al reconocimiento por parte de los más patéticos arribistas de su condición de intelectuales, es decir, de hermanos de intereses de los profesores de la Nacional, es decir, de partidarios de la victoria de las FARC en aras de asegurarse rentas y rango. ¿O alguien me dirá cuál es la alternativa a la política de seguridad democrática?] Y asimismo, aunque tampoco será mucho, como ya lo han advertido el Comisionado de Paz y el presidente de la Comisión de la Verdad, las indemnizaciones a los desplazados y despojados y la muchísimo más costosa reinserción con ingresos para una "vida digna" de sus despojadores y desplazadores. [Más de lo mismo: ¿habrá quien recuerde que la política de Seguridad Democrática nació precisamente de esa situación? Es otro rasgo colombiano, el remedio es la causa de la enfermedad, el desplazamiento es la aplicación de la política predicada desde Alternativa, pero ahora se le cobra a la política que surgió tres décadas después para remediarlo. No es posible tanta mentira sin unas condiciones morales especiales.]

O sea: un montón de plata. [Por si algún lector se sorprendía de los costes que origina la seguridad democrática, la conclusión en un párrafo aparte: gracias de salón son las de este desaprensivo, pero no es él, no es él, es ese mundo... colombiano.]

Con lo cual no queda nada para financiar lo único que sí garantizaría seguridad en el país, y además fortalecería la democracia, en vez de simplemente usurpar el adjetivo "democrática" como lo hace la política del gobierno de Uribe. El empleo, y en particular el empleo en el campo, que es donde nace y se cría la violencia colombiana, y donde la única fuente de empleo que hoy existe, al margen de los cultivos de drogas ilegales y perseguidas, es la violencia armada. [Ya comenté la relación entre el empleo y la delincuencia, no es menos chocante el hecho de que Caballero maneja el sobreentendido de que el empleo rural dependerá de la inversión estatal. ¿O es que no ha aumentado? ¿O la seguridad no tiene que ver en el hecho de que alguien se decida a invertir en una empresa agrícola? De nuevo de lo que se acusa a la política de Seguridad Democrática es de aquello que pretende remediar. En Colombia ni siquiera se preguntan cómo hacen los países donde sí hay empleo rural. Bueno, en Cuba hay empleo rural provisto por el Estado, pero creo que muy pocos campesinos colombianos desearían ese paraíso. En cuanto a la violencia colombiana, sale del despacho de Caballero, de los restaurantes elegantes donde se reúnen los pensadores de la elite y sobre todo de las aulas universitarias. En las regiones de reciente colonización o especialmente apartadas siempre hay conflictos, pero nunca tendrían por qué ser contra el Estado de no ser por el soporte que le da el Orden Social Tradicional para defenderse de cualquier posibilidad de advenimiento de una sociedad liberal.] La violencia narcoguerrillera, la violencia narcoparamilitar y la violencia de la Fuerza Pública, cuyos efectivos han crecido en un 50 por ciento en los últimos cinco años. [Hermosa melodía en una pieza llena de aciertos: el hecho de que la fuerza pública haya crecido, gracias a lo cual se han reducido de forma casi increíble los secuestros y homicidios, se suma a la violencia guerrillera y paramilitar: el tema de la identidad entre secuestrar gente e impedir que se la secuestre, especialmente aderezado para un público ligero. Pero es que el dar empleo a los soldados y policías es otra acusación contra el gobierno, y otro gasto que se sumará al de la Seguridad Democrática, el Plan Colombia, la cocaína no vendida y las indemnizaciones por la muerte de Galán. Caballero se queja de que el ejército haya crecido porque es otra forma de violencia. ¿Qué puedo hacer yo? Dios mío, eso tiene un solo nombre: colombiano. Ningún crimen de la izquierda democrática supone una deformidad moral comparable, ni siquiera las castraciones pedagógicas ni el fútbol craneal. En cualquier país del mundo esa operación despertaría el escándalo. En Colombia lo que despierta el escándalo y las amenazas es la sorpresa ante esa afirmación. No parece haber ningún problema en que la gente viva repitiendo «razonamientos» de ese tipo, sino en que alguien los señale. Es intolerable, hay que hacer algo.] Sobre este tema de la financiación del campo, el Ministro de Agricultura acaba de anunciar que los 500.000 millones de pesos anuales prometidos por el gobierno en su programa de AgroIngreso Seguro para los agricultores arruinados por el Tratado de Libre Comercio no existen. Se reducirán, si acaso, a sólo 190.000 millones. Porque no hay plata. [Es muy interesante ese arte colombiano de crear realidades. El TLC ni siquiera está firmado, pero ya arruinó a los agricultores. Ningún problema, el lector sube de estrato leyendo a Caballero, ¿para qué va a arriesgarse a bajar creyendo que la relación privilegiada con la primera economía del mundo generará oportunidades a los agricultores? Eso formaría parte de odiosas discusiones tecnocráticas, que vendrían a ser lo mismo que trabajar y no tener su pensioncita temprana gracias a la cultura.]

Así que seguirá creciendo el éxodo campesino hacia las ciudades, en las que tampoco hay empleo. Salvo, también, el que da la violencia o la ilegalidad. Las autoridades prohíben y persiguen el rebusque: la venta ambulante, por ejemplo, que da de comer a medio millón de personas, o ahora también el mototaxismo, del cual viven otras 200 mil. Porque no hay plata. [Más colombianeo: ahora los que no pisan los andenes porque siempre van en carro se ponen en el lugar de los vendedores ambulantes o los mototaxistas. ¿A alguna hora se les ocurriría que sin bandas asesinos habrá menos éxodo rural? ¿O que el trabajo de los agentes de la fuerza pública precisamente detiene ese éxodo? Las conclusiones de Caballero no corresponden a la realidad ni a la lógica, sino al halago del lector, que no sólo está por encima de Bush y de Uribe, sino que además es misericordioso con los desplazados y vendedores ambulantes. La suma de mentiras es tal que es inconcebible una persona honrada que no se indigne, pero precisamente la vida colombiana consiste en que la herencia de la esclavitud, del saqueo y de la equitación humana es la ausencia de honradez entre las clases poderosas. ¿O serán los desplazados los que leen a Caballero? ¿O qué leerán digamos el cinco por ciento de los colombianos de renta más alta aparte de esa revista?]

Y sin embargo podría haberla [plata]. Se podría, por ejemplo, perseguir la evasión de impuestos, que según el economista Álvaro Montenegro "ronda el 30 por ciento del recaudo". [Claro, y que expropien a los corruptos, etc. ¿Alguien duda de que el gobierno persigue la evasión? Claro que sigue habiéndola porque hay muchos lectores de Caballero entre los funcionarios, y en general porque se trata de Colombia, pero el problema de la evasión fiscal no se resuelve enunciándolo ni el remediarlo permitiría pagar todos los gastos del Estado. Más adelante se verá a qué corresponde esta denuncia, comprobada por el Ph. D de Montenegro, el Caballero de los economistas, un demagogo al que sólo le falta descaro y retórica para dejar sin trabajo al Dandi Taurino.] Se podría empezar por atajar la descomunal operación de evasión que está a punto de perpetrarse por cuenta de la venta de Bavaria por el Grupo Santo Domingo a la multinacional cervecera SABMiller y que hace unas semanas denunció ante la Dian el abogado Francisco Vergara. [Tantos posts, tantas palabras y sólo hace falta una que describe esas cosas a la perfección: colombiano. ¡Ahora los delitos son anteriores a las normas! No tardarán en presentar una tutela contra Caín y otra contra los descendientes de Jiménez de Quesada. Incluso puede que las normas antiguas lleguen a ser delito. ¿Alguien conoce alguna norma por la que esa operación comportara el pago de impuestos? Precisamente la operación se efectuó así porque la norma no imponía impuestos. Pero es lo colombiano, si la ley no existe se inventa, o se fuerza la interpretación, porque el problema es que se haga la voluntad del poderoso, no el código escrito y consensuado. No otra cosa pasa con las tutelas y en general con las sentencias de las altas cortes, cuando no es posible inventarse la norma se invoca un derecho fundamental o se fuerza la interpretación de cualquier norma existente. Pero eso colombiano en el caso de los lectores de Caballero tiene un sentido todavía más profundo, no sólo es el halago rutinario, sino algo fundamental: es que ¿cómo van ellos en esa operación? En cuanto descendientes de la corporación colonizadora y de los súbditos del remoto rey de Castilla, todos son en cierta medida dueños de todo. ¡Cualquier propiedad les parece un despojo! El argumento sobre esa privatización es otro disfraz verbal de la misma pretensión expropiadora. En Cuba ocurrió eso a favor del mismo tipo de gente, y si bien han vivido con alguna estrechez, lo que está claro es que en cincuenta años ni han trabajado ni han perdido los esclavos ni han visto amenazado su rango social por las influencias extranjeras. Es que si no se entiende a este grotesco mentiroso como portavoz del castrismo local no se entiende nada.] Una evasión lograda mediante un complejo juego de prestidigitación financiera hecho de permutas, transferencias, pretendidas fusiones y falsas escisiones, que de por sí sola equivale a tres o cuatro reformas tributarias, según calculan los expertos. [La unidad de medida de las reformas tributarias... Y el derecho basado en epítetos y supuestos es la ausencia de derecho, aunque puede que algún magistrado obtenga algo de la empresa para no aprobar la demanda. Lo que nadie va a mostrar es la ley que impone tributos a una transacción de ese tipo porque las empresas cuentan con los mejores abogados precisamente para eso. Pero-los-lectores,-las-eternas-víctimas,-no-dejarán-de-sentir-el-despojo-de-que-son-víctimas. Pobres. Esperen, esperen, ya queda lo menos: Caballero, buen proxeneta, sabe llevar al clímax a su público.]

Pero mucho me temo que el gobierno prefiere inventar nuevos impuestos para los asalariados que intentar cobrar lo que debe el poderoso Grupo. [¡Nuevos impuestos para los asalariados! ¿Sabe algún lector que si se pensara en los lectores de Caballero, el cinco por ciento de colombianos de mayores ingresos, habría una abrumadora mayoría de asalariados? ¿Y que si se cuentan sólo los asalariados del Estado su renta promedio es muy superior a la de los que trabajan por su cuenta y tienen algún negocio? Aunque se cuente a los potentados, en Colombia la lucha de clases es entre los sindicalistas que se ganan el sueldo de cincuenta personas y pueden llegar a magistrados y ganar aún más (y los rectores, congresistas, investigadores, violentólogos, etc...), y los explotadores que ponen un puesto de arepas o crían media docena de vacas. A los asalariados les debe el grupo lo que ninguna ley obliga a pagar, pero lo peor es que el gobierno se inventa impuestos. ¡Si según El Tiempo alguien que se gana 25 salarios mínimos es un sufrido ciudadano de clase media, y la amenaza es que el gobierno quite la exención a una cuarta parte del salario, imagínense, seis salarios mínimos sobre los que no se paga nada, sin decir que sobre el resto se paga una ínfima proporción de lo que se pagaría en un país plenamente humanizado...! En fin, el arte colombiano del colombiano arquetípico: hallar excusas para la dominación de la misma casta de parásitos de siempre y disfrazarla como justicia y derecho. Sólo que para seguir siendo eso, ese fósil increíble que haría vomitar a medio mundo si se le entendiera (por ejemplo, si en los países plenamente humanizados leyeran a Caballero), los doctores colombianos tienen que apoyar mucho, mucho narcotráfico y soportar la arrogancia de muchos, de muchísimos traquetos. Y sobre todo encargar (y encarar) cada vez más, más, más masacres.]


Comments:
Caballero es el típico colombiano enfermizo descendiente de las castas coloniales que se quejaban por que los esclavos duraban tan poco tiempo en forma productiva y por lo tanto era un desperdicio negociarlos a precios supuestamente tan costosos. El problema no es que la guerra cuesta mas que la paz sino que la Política de Seguridad hace mas difícil que la “paz” imaginada por Antonio Caballero y cia llegue a feliz termino, entonces cada día que pasa los esclavos se negocian de forma mas costosa y puede que llegue tanta inestabilidad que no se sabe que si un día se convertían libres.
 
Antonio Caballero tiene huevos. Debe estar agradecido por la Política de seguridad democrática ya que gracias a ella pudo regresar al País, pero no, una vez aprovecha lo bueno de ella se dedica a hacer mala política para satisfacer a su público.
 
Justo Zambrano: exactamente. Pero no es Caballero sino el sector social al que pertenece.
 
Anónimo de las 6:31 AM:

La prensa de los poderosos día tras día publica artículos con el mismo contenido, unas veces atacando la política de Seguridad Democrática por los errores o las corruptelas, otras por los costes.

Para mí hay un problema profundo en la sociedad y es la incapacidad de ver que sí hay sectores sociales significativos que apoyan a las guerrillas y esperan prosperar gracias a su triunfo. Puede que la política en este lustro gire en torno a eso, pero para el caso ni Uribe ni su gobierno son capaces de denunciar esos nexos evidentes, ni siquiera de defender su política. De modo que a la conjura de los poderosos sólo se opone la buena imagen del presidente en televisión.

Y es que pongamos en 1970 se habría podido vencer a la guerrilla, de hecho, en el periodo 74-78 hubo una oportunidad de acabar con el ELN pero López Michelsen no dejó. ¿Cómo se va a acabar con la guerrilla si en la capital hay una zona de despeje de cientos de hectáreas, o si es legal defenderla en la prensa y hasta recibir sueldos públicos por representarla?

Hace un montón de años escribí algo sobre los secuestrados: ¿no se merecen tal situación unos ciudadanos que conviven tranquilamente con quienes apoyan el secuestro de otros, todo porque esperan ascender socialmente gracias a algunas riquezas que han acumulado, para emparentarse con las familias de los justificadores de la guerrilla? Un día les toca a ellos, y resulta como la prueba de su fracaso: no consiguieron emparentarse bien, no sacaron buenas notas en la universidad ni a exhibir el tonito pedante para soltar teorías literarias (si yo me emborracho produzco varias docenas en media hora). En castigo les toca ser secuestrados porque los únicos que podrían protegerlos ya los han desechado.

Un poco eso mismo le pasa a la sociedad colombiana. No es capaz de ilegalizar el PDA ni de exigir la expulsión de los cargos públicos de los dirigentes del partido que fundó las FARC y que ni siquiera desaprueba los secuestros, ¿no se merece que la masacren?
 
Justo: "enfermizo" es el adjetivo más adecuado que le he encontrado a Caballero. Por eso mismo hace tiempo que dejé de leer sus artículos. Deberían publicarlo los viernes, cuando la gente ya está cansadas y es más soportable leer a ese cínico enfermizo y no los domingos para llegar uno a leerlo un lunes y dañarse el resto de la semana.
 
Esos articulos de Antonio Caballero deben punzar y arder.
 
Anónimo de las 10:52:

Sí, arden y punzan, pero no tanto como esa refutación suya tan elegante, precisa, apropiada, veraz y juiciosa.

Imbécil.
 
YO NO LEO A ANTONIO CABALLERO DESQUE QUE SEMANA COMENZO A PROIBIRME OPINAR SOBRE LAS COLUMNAS DEL "CABALLARESCO" PERSONAJE, PERO HAY QUE RECONOCER QUE REPRESENTA A UNA CANTIDAD CONSIDERABLE DE COLOMBIANOS QUE TIENEN FUERZA NO TANTO EN EL NUMERO COMO SU INFLUENCIA Y CAPASIDAD DE PRECION.
 
bahhh!!! pura pelea de niños ricos que viven en Europa y piensan que los biologos, los fisicos y los quimicos son terroristas. Mamertos, uribistas, cual es la diferencia?
 
Usurpador Esta es La diferencia entre mamertos y Uribistas.

Los mamertos sueñan con una nación que emule en el peor de los casos a la Venezuela de Chávez o la Bolivia de Morales y en el mejor de los casos a Cuba, las 150.000 personas que votaron por Gustavo Petro piensan de esa misma forma igual a los que votaron por Wilson Borja y Enrique Robledo. Los Uribistas quieren una Nación libre de la plaga guerrillera, que la amenaza que representa tener a unos terroristas atacando a todo momento las instituciones SE ACABE DE UNA VEZ POR TODAS. Los mamertos piensan regresar a Colombia a los tiempos Coloniales en el mejor de los casos y en el peor que las cosas queden exactamente como están por que el modelo les favorece. En los Uribistas existen personas quieren ver avanzando al País a modernidad pero también otros no les gusta mucho esa idea, lo que los une es acabar con la guerrilla.
 
Lo malo de Caballero no es que diagnostique mal la problemática del estado colombiano. Lo malo es que su diagnóstico de la guerrilla es nulo y frívolo, porque no reconoce la categoria normativa de delincuencia. En esto ha sido consistente, pues no recurre al uso facilista de quienes tachan de delincuentes a los prohombres del gobierno y de "los grupos económicos." Caballero es marxista, un reduccionismo para mí muy respetable en comparación con los reduccionismos opuestos, aunque siempre muy pobre frente a la desteorizada narrativa de la vida real. Para él no hay delincuentes sino "instancias de las estructuras" como escribía el loco Althusser en su apogeo de fama. En fin, aunque entiendo por qué Jaime lo considera el colombiano por excelencia, dentro de la imponente estructura interpretativa que ha trazado de la historia y el presente de Colombia, yo lo considero más bien como un intelectual genérico de Occidente por excelencia. Los hay en todos los rincones del mundo occidental, y si Caballero brilla por su aparente extremismo, esto se debe más al contexto colombiano, donde la apología estructuralista de la violencia pega más precisamente porque hay tanta violencia, que al colombianismo del intelectual mismo.
 
Anónimo de las 3:28 PM

Caballero representa a la mayoría de los que tienen algún poder, es su arquetipo. Fuera de eso es un pobre diablo que miente peor que un político del narcotráfico. Es grotesco. Pero no es él: es grotesca esa Colombia que se reconoce en esa retórica.
 
Usurpador: no, los biólogos colombianos serios viven en EE UU y tienen trabajos valiosos y figúrese que incluso los hay que leen este blog. En la escuela de asesinos de la carrera 30 aprenden algo de física para sus papas bomba, eso es verdad.

¿Sabe que por cada egresado de una universidad colombiana que ha creado una empresa hay diez guerrilleros, veinte sindicalistas, etc.? Para usted es normal.

Conocí a alguien que entró a una universidad de ésas y al cabo de unos meses le pregunté cómo iba con las materias y el conocimiento. Me dijo que Colombia no estaba madura para andar buscando el conocimiento, que primero había que arreglar la situación social.

Usted vive en la superstición de los nombres, cree que unos miserables que tienen a varios miles de colombianos "retenidos" desde hace años están por la "liberación nacional" o que los parásitos de las universidades públicas son lo que se autodenominan (biólogos, físicos, etc.) Yo también: periodista, filósofo, escritor, poeta. No cuesta nada.
 
Respondón: ya había escrito media respuesta y por buscar un nombre lo perdí. Bueno, empiezo de otra manera:

Lo malo de Caballero no es que diagnostique mal la problemática del estado colombiano.

¿Cómo que no? ¿Cómo es que no percibe el increíble parasitismo de la burocracia y las universidades y demás? Él ve a unos gobernantes y políticos más zafios que él y espera una redención de un sistema paternalista-totalitario. A mitad de camino entre su padre y Camilo Torres. Lo que no ve es el freno al desarrollo económico y a la asimilación al primer mundo, no lo quiere y en la realidad lo que manifiesta (pero no él sino su público) es la resistencia a esa transformación.

Lo malo es que su diagnóstico de la guerrilla es nulo y frívolo, porque no reconoce la categoria normativa de delincuencia.

Él está con la guerrilla, casi lo dice abiertamente en el libro que publicó con Santos Calderón. No es que tenga relación con ella ni nada parecido, sino que no desea su derrota sino un triunfo más bien incruento. Igual que toda su clase, que esa Colombia. ¿Cómo es que son tan insensibles a la tragedia cubana? Laura Restrepo ha estado en Cuba, ella sabe cómo viven los cubanos humildes. No le importa. Quien está con Cuba está con la guerrilla, salvo los imbéciles que no comparten sus métodos y creen que vender cocaína es peor que secuestrar gente.

En esto ha sido consistente, pues no recurre al uso facilista de quienes tachan de delincuentes a los prohombres del gobierno y de "los grupos económicos." Caballero es marxista, un reduccionismo para mí muy respetable en comparación con los reduccionismos opuestos, aunque siempre muy pobre frente a la desteorizada narrativa de la vida real. Para él no hay delincuentes sino "instancias de las estructuras" como escribía el loco Althusser en su apogeo de fama.

Yo creo que también veo instancias de las estructuras, también soy medio marxista. Yo veo a la guerrilla como la punta de lanza de un proyecto totalitario que interpreta y redime el orden tradicional. No me interesa la delincuencia, mejor Colombia con su delincuencia que Cuba con su esclavitud plena. El reduccionismo es inevitable: generalizar, ver un molde de las cosas. Borges tiene un texto muy interesante sobre eso.

En fin, aunque entiendo por qué Jaime lo considera el colombiano por excelencia, dentro de la imponente estructura interpretativa que ha trazado de la historia y el presente de Colombia, yo lo considero más bien como un intelectual genérico de Occidente por excelencia.

Eso de la "imponente estructura interpretativa" suena a burla, pero seguro que me la tengo merecida. En cambio Caballero no es el intelectual genérico de Occidente. Mejor dicho, sí lo es, pero traducido al colombiano. Primero está su relevancia, en buena medida relacionada con su origen social y después con su eficiente dominio del manual de retórica (aunque no de las matemáticas). Un Chomsky, un Vázquez Montalbán, un Saramago, un Ramonet tienen los adornos de su tierra. Caballero es leguleyo, zalamero, desvergonzado, falto de rigor, muy limitado cuando de datos y desarrollos argumentales se trata.

Los hay en todos los rincones del mundo occidental, y si Caballero brilla por su aparente extremismo, esto se debe más al contexto colombiano, donde la apología estructuralista de la violencia pega más precisamente porque hay tanta violencia, que al colombianismo del intelectual mismo.

Yo creo que soy aún más repetitivo que Caballero, pero es porque me embeleso con una imagen que se me aparece en cuanto pienso en los lectores del dandi taurino. La de que no hay una violencia real sino mítica, no tanto el delincuente o el terrorista cuanto la estructura de violencia de la memoria. Plantéale a un colombiano una existencia laboriosa y ordenada en torno a un esfuerzo por ganar dinero y acertar en lo que se haga, y muy pronto encontrarás una resistencia muy poderosa.

Jakob Burckhardt dice que al cabo de cien años de dominio español en Italia ya no quedaba ni rastro del Renacimiento. Todos querían ser hidalgos, médicos o abogados que tenían derecho a mirar por encima del hombro a cualquiera que trabajara. Uno piensa en el taller de cualquier pintor de ésos y resulta inimaginable que llegaran a sobrevivir de pintar cuadros (y tantos, tantos, cientos de pintores geniales), sin un respeto muy arraigado del trabajo. ¿Qué es esa excelencia de los pintores y arquitectos sino el fruto de decenas de generaciones de gente laboriosa y del reconocimiento que eso procuraba?

Bueno, eso español en Colombia llegó al extremo porque todo lo que alteraba el mundo después tardaba más en llegar a cualquier parte. Por eso el colombiano no está pensando en trabajar sino en ser hidalgo y estar cerca del centro del poder y ejercer la magnanimidad desde ese punto. Esa "violencia estructural" se manifiesta en ese derecho de la persona culta y de buena familia a vivir sin trabajar, ocupada en la promoción del bien y la recta administración de los recursos en beneficio de todos. Claro, sobre todo en beneficio de los humildes porque de ellos es el Reino de los Cielos.

La guerrilla no es delincuencia, sino el proyecto hidalgo arquetípico. No es más cruel que la conquista y siempre tiene la legitimación de la negativa de este mundo de iniquidad a enderezarse y avenirse a razones. Por eso dos millones y medio de colombianos, por supuesto, la mayoría de los colombianos de extracción social alta, votaron por el hombre que proponía Caballero, el que defiende el premio a los ideales.

Es que para los puestos de hidalgos son muchos los llamados pero pocos los elegidos. Y sin romper con ese mundo se seguirá en la misma violencia.
 
Jaime, a veces me parece que buscas encontrarle a la realidad colombiana más especificidad que la que tiene efectivamente. Roscas y buscarentas las hay en todas partes, especialmente en América Latina. Si en Colombia existe una guerrilla de vieja data, esto obedece a factores bastante coyunturales de escision partidista, es decir entre la Rosca Mayor de la época. Cuando hablo de tu "imponente estructura interpretativa" no lo hago en burla, sino con el más sincero respeto, pues tu modo de ver las cosas es bastante coherente y tiene una fuerza imposible de negar. Pero sí creo que como toda interpretación con semejantes virtudes intelectuales, le hace cierto daño a la realidad histórica y además premia excesivamente a la historia en la conformación de la actualidad.

No me voy a detener en tus réplicas específicas, las cuales (todas) tienen buen peso siempre dentro de tu visión global--y digo global (eso sí) no sin cierto sentido irónico casi burlón, porque insistes en percibir a Colombia como caso único, o quizás una manifestación extrema de un fenómeno general. No creo que Colombia sea "otra cosa" sino la cosa más o menos de siempre. En otra época la idea de "Colombia es otra cosa" representaba una fetichización de las formas democráticas. Ahora fetichiza la violencia, pero el error es igual.

Sí insisto en la figura de la delincuencia para analizar y hacerle frente a la guerrilla, porque la perspectiva tuya, de una continuidad o mejor dicho identidad entre el proyecto terrorista y el proyecto generalizado de las élites, implica necesariamente una depuración difícilmente lograda dentro del régimen democrático. Como liberal renuncio al proyecto de depurar a la gente: allá con sus ideas jerárquicas, sus ganas de vivir bien sin trabajar, su codicia de lo ajeno. (Dirás tú que son colombianos, diré yo que son seres humanos.) Me apoyo en el concepto de la delincuencia para señalar a ciertas manifestaciones (violentas o intimidatorias) de aquellas actitudes como inaceptables, y lo demás no me interesa.
 
Anónimo, es que Jaime Ruiz jamás ha dicho que el 100% de los estudiantes universitarios sean guerrilleros. Sea serio si espera que algún día le contesten.
 
¿por que la foto de garci marquez en el poste de Jaime?
 
Anónimo (¿usurpador?): Jaime tiene una razón para generalizar, y es porque él considera que en el sistema educativo colombiano es donde se siembra la semilla de todos nuestros males, y además de eso, cuando debería ser la etapa en la que se deberían formar colombianos dispuestos a arreglar el país, lo que se enseña no alcanza o no se orienta de la manera adecuada para ese propósito. Le apostaría a que si Jaime tuviera que elegir una sola institución de todas las que hay en Colombia, donde hubiera que hacer un cambio para que funcionara como debe funcionar esa misma institución en un país del primer mundo, él escogería por encima del Congreso, sistema de justicia o la red hospitalaria, la que él escogería sin dudarlo ni un segundo son las universidades.

Tal vez lo que él hace es presionar a sus lectores para que miremos las universidades con un ojo más escrutador. Porque en mi caso particular encuentro el discurso de Jaime muy generalizador con las universidades, pero con toda intención. Yo no generalizo así. Reconozco que hay logros y cosas positivas en las universidades colombianas, y que no todos los estudiantes son comunistas ni todos los profesores son milicianos infiltrados. Tal vez a la hora de la verdad los estudiantes ideologizados en favor de la guerrilla y el estatismo no supera el 25%, y en el caso de los profesores puede que los que sean así no superen un tercio de toda la planta educativa.

Ahora, si usted le pregunta a Jaime por qué dice que el 100% de los estudiantes son guerrilleros, él le contestará que nunca ha dicho eso. 100% es una cifra específica y absoluta. Incluso la generalización admite las excepciones, y aunque las "excepciones" en este caso superen la mitad de la población, a Jaime no le interesa someter su discurso a un purismo dialéctico mientras vea algo más importante que exponer mediante su terapia de choque discursivo.
 
Respondón, veamos esta frase:

Pero sí creo que como toda interpretación con semejantes virtudes intelectuales, le hace cierto daño a la realidad histórica y además premia excesivamente a la historia en la conformación de la actualidad.

Es que ni conozco la historia ni le doy un papel distinto del que despierta el análisis de la realidad. No es como quien ve una cicatriz sino como quien ve la manifestación de una enfermedad: he ahí uno que tiene el sarcoma de Kaposi (o Karposi), hete aquí que ejerció alguna práctica prohibida. Lo mismo: encuéntrese con una gente para la que lo propiamente prestigioso sea atropellar a los demás: no le quepa duda, es una gente cruel y bárbara que reproduce aquello que dijo Denis Diderot de los europeos trasplantados: acostumbrados a la esclavitud desarrollan hábitos de crueldad e indolencia que terminan siendo un daño moral casi irreparable. La delincuencia es un aspecto de eso, Caballero es otro delincuente, no en la acepción obvia de transgredir las leyes sino en la de alentar su transgresión. Por no hablar de sus hábitos intelectuales, de sus sumas, de sus conclusiones extraídas de la simetría retórica. ¿Cuántas PERSONAS serían capaces de decir en un país plenamente humanizado que la prohibición de las drogas es una conspiración de los gobiernos de EE UU para destruir a otros países? No hablemos de columnistas prestigiosos.

Creo que tu obsesión por negar que Colombia es diferente se vuelve una manía: puede que aun en el resto de la bárbara Hispanoamérica haya quien diga esas cosas, pero un país tan grande y aun con un PIB semejante en el que eso hace carrera es propio de un muladar increíble.

Dime un solo personaje importante en EE UU que sea tan mentiroso, tan simplificador y deshonesto como Caballero. ¿Qué te parece la discusión con Alejandro Gaviria sobre las exenciones culturales?
 
Anónimo de la 01:00 PM

La foto de García Márquez corresponde al sentido del nombre de País Bizarro, pues viene del mundo bizarro de Supermán. García Márquez es un símbolo de Colombia, un lambón terrorista que según palabras de Octavio Paz tenía por tarea representar a las guerrillas del continente en los bares y restaurantes elegantes de Barcelona. Bueno, es un amigo de Castro y un personaje desde siempre muy admirado en Colombia.
 
Usurpador: usted cree que el descubrimiento de que hay personas de las universidades que no simpatizan con la guerrilla demuestra algo, lo que no puede ser es que nunca de ninguna universidad haya salido una manifestación de diez personas contra el secuestro.

Pero más importante que eso, ¿por qué usted no puede discutir acerca de lo que se dice aquí sino acerca de quién soy yo y cuáles son mis circunstancias? La respuesta es obvia, elemental: usted estudia o estudió en una universidad colombiana y su verdadera educación es la intimidación. No sólo usted sino varias decenas de genios evidencian eso: ¿cómo es que nadie ha escrito un post en algún blog argumentando sobre lo que se dice en País Bizarro? Porque no saben discutir, cuando fue el presidente a las universidades de los ricos casi lo matan. Para usted es normal.

Conozco a una persona que está terminando una carrera en ciencias en una universidad pública. Esa persona me ha dicho que EE UU no tiene ninguna importancia en la ciencia. Son un país que vive decicado a inventarse guerras y para eso usa la ciencia, pero no tienen ninguna producción científica importante.

Es lo mismo de siempre: ¿qué dice usted de las cuentas de Caballero? No sabe. Las estadísticas las refutan con experiencias personales y las exposiciones de argumentos, como mi post sobre Caballero, con la mención del lugar en que creen que vive uno.

Pero ¿cómo va a entender usted que esos son hábitos intelectuales penosos, que demuestran que las universidades colombianas son en esencia antros en que se adoctrina asesinos? NUNCA lo admitirá. Falta un poco de honradez intelectual para llegar a VERLO, no hablemos de aceptarlo.
 
BRABONEl.

Jaime, Magistral sencillamente magistral sus escritos enviados a Respondón en este blogs.
 
Jaime: Noam Chomsky, sobre todo. James Petras, sobre temas de América Latina. Michael Moore. Sigo con la lista?
 
quien es el que no deja argumentar?
Quien es el que habla de educacion en universidades publicas y sin embargo vive borrando los comentarios que ofenden a su "honra, a su dignidad"?


Le podría responder punto por punto a todas esos argumentos que ud utiliza, Pero como se puede discutir con alguien que borra los comentarios que muestran evidencia a la suya?.

Ojala Diegoth fuera el verdadero dueño del chuzo, o que al menos sacara un blog propio...
Jaime Ruiz: Ministro de Pastrana.
 
Si la cultura es teatro, cine no comercial, poesía y otros pasatiempos del intelecto que requieren financiación del estado entonces enterrémosla. Colombia necesita es ciencia y tecnología. Patentes o propiedad intelectual. Industriales que generen empleo, no cultura que emplea a pocos y entretiene a pocos. Universidades que incuben technologias, no universidades de %u2018intelectuales%u2019 que protestan por protestar. No se han dado cuenta que muchos de los que promueven la cultura en este periódico son escritores, politólogos, filósofos e intelectuales autoproclamados que nada le generan al país; Y ellos son muy cultos. En este periódico no escriben científicos ni inventores que es lo que Colombia necesita. Culturizarse es responsabilidad del individuo y para eso hay bibliotecas públicas con miles de libros. El estado se debe enfocar en fomentar la tecnología, no la cultura, pues eso es lo que genera riqueza, o mejor dicho, elimina la pobreza que tanto culto critica sin soluciones. ESTE ES UN COMENTARIO A LA COLUMNA DE SANTOS MOLANO EN EL TIEMPO, EL PROBLEMA ES QUE LA COLUMNA ESTABA OCULTA POR SUPUESTAMENTE SER AGRESIVA, EN ESE PERIODICO HE LEIDO COSAS REALMENTE VIOLENTAS Y SE DEJAN PASAR POR QUE VAN DIRIGIDAS A OFENDER A LA FORMA DE VIDA Y DE PENSAR DE LOS DUEÑOS DEL PERIODICO. AHI ESTAN PINTADOS LOS COLOMBIANOS CON IDEAS ANTIGUAS, NO LES GUSTA QUE NADIE LES REFUTE SU PERESA Y SU CRENCIA DE TENER QUE VIVIR DE SU APELLIDO DE SU REFINAMIENTO O DE SU CULTURA COMO EN ESTE CASO.
 
PERDON, NO VAN DIRIGIDAS A LA FORMA DE PENSAR DE GENTE DIFERENTE A LOS IDEALES QUE DEFIENDE EL PERIODICO.
 
Anónimo de las 9:54-55: Elegir entre invertir en cultura o invertir en mejorar las universidade es como ponerse a elegir entre hacer abortar temprano a una mujer cuya vida peligrará durante un embarazo, o dejarla así al final pueda morir ella en el parto o incluso antes, con todo y bebé.

Siempre habrá quienes lloren porque al bebé se le negó el derecho a nacer, y es porque su mezquindad no les deja entender que lo de ellos no va primero.
 
Yo le pondría peluca a Antonio Caballero. Quedaría con la semblanza de Maria Isabel Rueda, y porque no....también con la misma mediocridad con la que escribe ella....

saludos
 
Anónimo de las 9:54 AM. No estoy de acuerdo con usted, creo que lo que da empleo es la cultura, que la redención de una sociedad está en la formación de personas verdaderamente sabias y sensibles.

Para mí el problema es que esas personas no crecen entre los lambones que ordeñan al Estado sino a la intemperie. Esas roscas son el peor peligro, su "cultura" es un adorno que emplean para extender su dominación.

No hay una diferencia entre la tecnología y la poesía, son campos distintos del mismo modo que la aeronáutica es distinta a la ingeniería genética, pero cualquier sociedad plena tiene una cosa y otra. El problema es que Colombia no tiene ninguna en buena medida porque los recursos se gastan en proveer a los poderosos el adorno con que oprimen a los demás.

Sobre eso de la intemperie en que se forman los hombres necesarios, le copio un poema de Borges. Si le da pereza léase al menos los cinco últimos versos:


MATEO, XXV, 30


El primer puente de Constitución y a mis pies
Fragor de trenes que tejían laberintos de hierro.
Humo y silbatos escalaban la noche,
Que de golpe fue el juicio Universal. Desde el invisible horizonte
Y desde el centro de mi ser, una voz infinita
Dijo estas cosas (estas cosas, no estas palabras,
Que son mi pobre traducción temporal de una sola palabra):
—Estrellas, pan, bibliotecas orientales y occidentales,
Naipes, tableros de ajedrez, galerías, claraboyas y sótanos,
Un cuerpo humano para andar por la tierra,
Uñas que crecen en la noche, en la muerte,
Sombra que olvida, atareados espejos que multiplican,
Declives de la música, la más dócil de las formas del tiempo,
Fronteras del Brasil y del Uruguay, caballos y mañanas,
Una pesa de bronce y un ejemplar de la Saga de Grettir,
Álgebra y fuego, la carga de Junín en tu sangre,
Días más populosos que Balzac, el olor de la madreselva,
Amor y víspera de amor y recuerdos intolerables,
El sueño como un tesoro enterrado, el dadivoso azar
Y la memoria, que el hombre no mira sin vértigo,
Todo eso te fue dado, y también
El antiguo alimento de los héroes:
La falsía, la derrota, la humillación.
En vano te hemos prodigado el océano,
En vano el sol, que vieron los maravillados ojos de Whitman;
Has gastado los años y te han gastado,
Y todavía no has escrito el poema.
 
Usurpador: ¿dónde están los argumentos sobre los posts? ¿Qué me dice de la ciencia en EE UU? ¿Cuántos científicos colombianos tienen el Premio Nobel? ¿Cuántos libros de materias diferentes al conflicto encuentra en librerías de otros países? ¿Cuántos profesores colombianos enseñan en países del Primer Mundo? ¿Cuántas patentes colombianas usa la gente de los demás países? ¿Cuántos productos industriales que comporten el uso del conocimiento científico se exportan de Colombia?

Por el amor de Dios, ¿cómo va a haber quien diga que esas universidades son superiores a Harvard si estudia o ha estudiado en una de ellas?
 
Respondón, perdona, te interpreté mal. Leí tu respuesta en el correo y no me acordé de mi pregunta, por lo que resulté diciendo en un post de País Bizarro que esos señores decían lo mismo que Caballero sobre la prohibición, cuando dices que son igual de mentirosos.

Yo te insisto, si se tratara de derecho civil, Caballero estaría cometiendo un fraude con sus cuentas. Esos tipos serán mentirosos y sectarios, pero no sumarían así. Su público es menos deshonesto.
 
Virgilio:

En últimas, ya lo he dicho, Caballero es el típico colombiano porque es un leguleyo: sus cuentas son "chimbas", sus argumentos más bien inexistentes, etc., pero tiene labia, linaje y aplomo y los demás saben que les conviene seguirlo. María Isabel Rueda me parece una persona muy peligrosa por otros motivos, amenaza la lengua castellana. Pero no tiene ningún liderazgo.
 
Los idiotas que creen en la politica de seguridad democratica, no ven lo que usted publica en su columna.
Lo cierto es que Nunca la oligarquía colombiana había tenido a alguien que le sirviera como le sirve este PARASIDENTE que le ROBA a LOS POBRES para mantener seguros a los ricos.Ahi esta la razón por la cual los medios de comunicacion no quieren mantenerlo como PARASIDENTE
 
En mala hora tuve el infortunio de leer su critica, Leo la columna de Antonio Caballero (Y no soy como los describe en su defenestraciòn) y para mi, Antonio Caballero es un ejemplo de sensatez y logica.
 
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